Aunque resulte paradójico, el desarrollo de las nuevas tecnologías ha favorecido la aparición
de nuevas formas de exclusión social. La ausencia
de políticas específicas sobre inclusión digital; las dificultades de acceso a las infraestructuras
tecnológicas; la insuficiente formación en y para el uso de las TIC; la ausencia de
referentes y apoyos; o la escasa aplicación y promoción
de los estándares y directrices del “Diseño para todos”; son algunas de las causas de lo que se viene
denominando “exclusión digital”, “divisoria digital”,
“brecha digital” o “discapacitado tecnológico”.
El término
"brecha digital" se refiere a la distancia entre quienes pueden hacer uso efectivo de las herramientas de
información y comunicación y los que no pueden
por ser personas mayores, con discapacidad, analfabetos y/o analfabetos tecnológicos, o personas
con limitaciones económicas o en situación
marginal (Gutiérrez, 2001).
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Para evitar la “brecha digital” es necesaria la creación de planes
específicos sobre Tecnologías de la Información
y Comunicación y Atención a la Diversidad, integrados en los proyectos generales de TIC y
educación, donde se establezcan las actuaciones que en dicha materia sean necesarias.
Además, es imprescindible una estrecha
y necesaria coordinación entre las distintas áreas, instituciones y subprogramas implicados en nuevas
tecnologías, de modo que, en todas las actuaciones
e iniciativas que se desarrollen se tengan en cuenta cuestiones relativas a la atención del alumnado
con necesidades educativas especiales.
Conscientes de que las
barreras más importantes de acceso a la Sociedad de la Información son la económica y la
cultural (Alcantud y otros, 2003), deberían articularse
medidas para facilitar que las familias de personas con discapacidad pudieran adquirir nuevas tecnologías
(ayudas y subvenciones) y formación para
su uso, pero no como una función social al margen de la escuela, sino como una extensión directa de sus
actividades.
Parece evidente que la
solución a las brechas digitales no está exclusivamente en incorporar tecnologías, por muy
adaptadas y cercanas que las mismas estén
a los sujetos, sino también porque los sujetos hayan recibido una formación, alfabetización digital, que
los capacite para obtener de las mismas el máximo
provecho (Cabero, 2004).
Por otro lado es fundamental la colaboración
con entidades e instituciones regionales, nacionales e internacionales en iniciativas en
materia de TIC y diversidad a través de convenios,
acuerdos o subvenciones, así como la participación en proyectos europeos cuya temática esté relacionada con este
ámbito.
1 http://xn--formacinonline-rob.com/la-brecha-digital-y-la-formacion-online/#prettyPhoto
¿Qué podemos aportar los profesionales de la educación para evitar la "brecha digital"?
1 http://xn--formacinonline-rob.com/la-brecha-digital-y-la-formacion-online/#prettyPhoto
¿Qué podemos aportar los profesionales de la educación para evitar la "brecha digital"?
Hurtado,
Mª Dolores.
(2002). Tecnologías de ayuda y atención a la diversidad:
oportunidades y retos. Soto,
Francisco J.
Tecnologías de ayudas en contextos escolares.
(pp. 23- 46). Murcia.
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